En la mayoría de los campos relacionados con la construcción, siempre ha existido una evolución en los materiales y su apariencia, desde lo más simple y cercano, como puede ser el adobe y la piedra, hasta los materiales más sofisticados y variados que hoy en día usamos en nuestros edificios.
En la apariencia, tanto los modos de transformación de los materiales a productos con mayores funcionalidades, como el arte y la arquitectura de la época han hecho que para estos materiales se hayan desarrollado técnicas de decoración y diseño cada vez más avanzadas y expertas.
Los artesanos fueron las personas que desarrollaron esos métodos a través de distintos oficios y cuyo conocimiento se pasaba de generación en generación afinando las técnicas.
Finalmente, la revolución industrial trajo consigo un cambio crucial en las técnicas de fabricación y estéticas, que si bien, en muchos casos, han tratado de imitar o evolucionar las técnicas artesanales.
En el caso de las tejas de cerámica, su historia se remonta al año 640 a.C. en Grecia. En otras zonas, llegaron a usarse otros materiales como la madera, pizarra o la piedra.
En la edad Media triunfó la Teja Árabe, cocida en hornos cuadrados u hormigueros, que trabajaban con mucha llama, si bien, su origen inicial fue romano.
Gracias a este tipo de cocción en hornos, las tejas salían con distinta calidad y variedad cromática, siendo las de peor calidad y con tonos negruzcos o rústicos las que se usaban en granjas o zonas rurales.
Otro factor que ha marcado la estética de nuestros entornos es el envejecimiento natural de la teja, lo que le da vistosidad y autenticidad,
Una vez avanzada la era Industrial y con el fin de ampliar la propuesta de productos, se impuso en la industria cerámica la aplicación de técnicas de decoración industriales, mediante la aplicación de engobes y esmaltes.
En algunos casos se pretendía darle una apariencia rústica mediante flameados, principalmente, de tonos oscuros. Sin embargo, con el tiempo fueron evolucionando con más colores y distintas técnicas de aplicación, incluso jugando con texturas, por ejemplo, con la aplicación de engobes en polvo o granulados. En cualquier caso, se pretendía ofrecer una apariencia rústica a la teja con el fin de mimetizarse mejor con el entorno.
Más tarde, y gracias a las mejoras en los procesos de cocción, evitando roces y marcas, avanzaron los acabados monocolor, aplicados en las tejas, fundamentalmente, de formato plano y de estilo moderno, enfocadas en el mercado de cubierta nueva y contemporánea. El mercado ha definido una variedad de colores concreto, donde abundan los acabados negros, grises y marrones.
Hay muchas ideas y propuestas, pero lo que es seguro es que los fabricantes estamos buscando sistemas de aplicación de acabados y decoraciones más flexibles, realistas y con un valor estético diferencial.
En BMI estamos trabajando en desarrollar e implementar avances tecnológicos que nos permitan ofrecer propuestas innovadoras y diferenciales, y sobre todo con calidad para que nuestras tejas de cerámica vayan acorde a los nuevos valores sociales en cuanto a sostenibilidad y modernidad.