“Los vecinos del octavo están a punto de declararse en huelga de hambre. Están completamente hartos de vivir en la última planta del edificio y pagar, dicen ellos, “los platos rotos” de la desidia de la comunidad."
"La verdad es que los comprendo perfectamente. El invierno pasado tuvieron goteras por el agua que se quedó embolsada al estar los desagües llenos de ramas y hojas. Y, con el techo, recién pintado, otra vez han tenido problemas de humedades porque el técnico de la telefonía móvil agujereó, sin darse cuenta, la impermeabilización de la cubierta en una revisión de la caseta que han instalado en nuestra azotea”.
Desafortunadamente todos los que vivimos en comunidades de vecinos (cuantas más alturas, peor) estamos acostumbrados a este tipo de conversaciones. Ya sea en la parada del autobús, en la sala de espera del dentista o en la cola para comprar el pan, quien más, quien menos, ha vivido situaciones así.
La solución es mucho más sencilla de lo que estos desesperados vecinos piensan y, todo pasa, una vez más, por prestar mucha atención al mantenimiento de nuestra cubierta.
En una cubierta plana, la mayoría de los edificios suelen ubicar desde máquinas de climatización, antenas o incluso tendederos. Son instalaciones que, lógicamente, necesitan un mantenimiento preventivo que, a su vez precisa la visita de técnicos de mantenimiento. Estos técnicos, como el del ejemplo que encabeza este artículo, no son expertos en impermeabilización, ni conocen los estragos que pueden causar en la cubierta por el simple hecho de dejarse una herramienta.
Cualquier corte o perforación provocada por un material punzante puede derivar en una filtración. Si nuestra cubierta, va a tener tránsito de personas, es necesario dotar a la impermeabilización de una protección adicional en el área contigua a las instalaciones y en el acceso a ellas. Estas protecciones estarán compuestas por dobles láminas especiales, de mayor espesor, antideslizantes y en colores llamativos para que sirvan de guía a los técnicos.
En el caso de los desagües se deben revisar periódicamente para comprobar que no estén llenos de suciedad que impida su buen funcionamiento.
El punto clave: el mantenimiento
Pero además, una impermeabilización, por muy buena que sea y muy bien instalada que esté, precisa de un adecuado mantenimiento. La normativa no establece cómo, ni cada cuánto debe hacerse, pero los fabricantes suelen contar con manuales de buen uso y mantenimiento que deben ser entregados a la propiedad que ha instalado sus materiales para que conozcan cómo mantener la impermeabilización en perfecto estado.
Estas visitas incluyen la revisión del estado de bajantes, canalones, petos, albardillas, conducciones, etc. y programarse cada menos tiempo si la cubierta está muy transitada.
Siguiendo estos consejos se mantendrá en buen estado la impermeabilización, se ahorrará en gastos derivados del mal mantenimiento de la cubierta, el sistema será más duradero por lo que evitaremos las tan molestas obras de renovación y, por supuesto, dejaremos de escuchar las justificadas quejas de “nuestros vecinos del octavo”.
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